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Novelas: 

Eva y Pablo

L.Gutiber

20 de diciembre del 2000

Eva, a los treinta y cuatro años por fin consigue quedarse embarazada. Pablo, su marido, no se lo puede creer, después de años de intentos probando todos los métodos posibles y sin resultado, al final, milagrosamente, tendrán un hijo.

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Se encuentran en la sala, la cara del futuro padre es inolvidable. Todas sus facciones están al límite y su corazón late muy rápido, tanto que le parece que se le va a salir. Eva llora, llora de felicidad. Pablo grita, chilla por toda la casa, incluso por la ventana. Quiere que todos sepan que van a tener un bebe.

 

4 de marzo de 2001

Cuatro meses de embarazo. Eva sabe que su futuro está en manos de una niña. Quiere llamarla Irene, como su hermana, quien hace años que les dejó. La echa tanto de menos que cree que su hija podrá completar ese vacío. Pablo se negó a saber el género de su descendiente. Dice que le querrá sea lo que sea. No quiere poner límites a sus planes, no quiere que influya el sexo.

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17 de mayo del mismo año

Algo pasa. Eva se desmaya. Pablo corre al hospital, asustado, horrorizado. Las horas pasan, una, dos, tres, cuatro. Por fin el medico sale, serio, parece no sentir nada, ni felicidad, ni tristeza ni dolor. Mira los papeles, pero calla. Pablo deja de respirar, nervioso, quiere correr, gritar. Pero no puede, su mujer y su futuro bebe le necesitan. Tiene que ser fuerte, por ellas. Mira al fondo, a la habitación en la que esta Eva. Esta le mira. Por un momento sus ojos están apagados, Pablo teme lo peor y siente como su mundo va cayendo. Entonces Eva le sonríe. Las ruinas se detienen y empiezan a reconstruirse. El medico por fin habla. Solo ha sido un susto, todo está bien. Pablo vuelve a respirar, solo han sido cuatro segundos, pero se le han hecho eternos.

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20 de julio

Eva tiene una pesadilla y se despierta sudorosa. Ha soñado que su pequeña Irene moría sin poder ver la luz del sol, sin poder respirar aire fresco. Teme tanto dañarla, no quiere perder a nadie más, no a otra Irene. Se sienta en la mecedora y mira a la nada, no quiere dormir, necesita saber que todo está bien. Que su hija crecerá sana y salva. Termina durmiéndose una hora después.

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13 de agosto

Ambos se encuentran en la cocina, están haciéndose la cena. A Eva se le ha antojado una ensalada césar. Corta el tomate mientras Pablo limpia la lechuga o lo intenta al menos. Eva se ríe al ver a su marido cortar con un cuchillo las hojas de la planta. Este la pilla y como venganza le tira los trozos que ya había conseguido partir. La mujer agarra el tomate y se lo devuelve. Así empieza una pequeña guerra de comida. Pequeña porque Eva no tarda en romper aguas. Se escucha un silencio breve y después de unas miradas de desconfianza, toda la escena da un vuelco. El silencio se convierte en gritos, la tranquilidad en nerviosismo y la desconfianza en énfasis.

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16 de agosto

La pequeña se ha adelantado casi una semana. Según los médicos tenía prisa y ganas de ver el mundo. Dicen que está perfecta y que tiene unos preciosos ojos azules, como su padre. Pablo lloró al verla, le temblaba todo el cuerpo cuando se la pusieron entre los brazos. El parto duró medio día, Irene nació el 14 de agosto a las diez de la mañana. Pesó dos kilos ochocientos gramos y mide 48 centímetros. Hoy todo está tranquilo. La familia lleva viniendo a ver a la nueva miembro desde la mañana y a Eva ya la dejan irse a casa con su marido y su hija. Aún está débil, tiene que reposar, aunque solo piensa en volver a coger a su hija. Tenerla en brazos. Escuchar su corazón latir, necesita saber que está bien, que todo va bien. Que vivirá.

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14 de agosto de 2002

Irene ha cumplido un año. Ha sido 12 meses duros para el matrimonio. La pequeña todavía no sabe que es dormir del tirón, cada noche se despierta y hace que uno de los dos o ambos vayan a acunarla. Bañarla fue difícil y Pablo estaba preocupado por si se ahogaba. Eva graba como su hija moja a su marido y ríe, Pablo deja de estar tan serio y termina sonriendo. El humor es lo único que no pueden perder en momentos así. Un año menos, está creciendo, su cumpleaños está lleno de familiares, aún no tiene amigos. Solo tiene un año, pero su sonrisa es inmensa.

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3 de septiembre

Es la primera vez que Irene va a salir de casa. El cochecito se lo ha regalado la hermana de Pablo, fue de su hijo, el cual ahora es mayor. Les ha aconsejado que disfruten, que crecen rápido y la adolescencia es lo más difícil. Ninguno de los dos cree que pueda haber nada más complicado que un bebe. La calle le apasiona a Irene, tanto que, después de una tarde entera fuera, cuando vuelven la niña llora. Llora hasta que juegan con ella y se le olvida.

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1 de octubre

La primera palabra de Irene fue a los ocho meses, dijo mamá. Desde entonces Pablo se pasaba el día entero repitiendo y rogando que diga papá. Al año lo consiguió, el 1 de octubre. Le da igual el tiempo, únicamente le ilusiona lo bien que lo pronuncia, siente que le quiere solo con una palabra.

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16 de noviembre

15 meses y solo tiene tres dientes. Su mayor afición es tirar cosas y reír, su padre le ayuda a hacerlo. A Eva no le gusta ese juego, pero para Pablo es una forma de llegar a su hija y hacerla feliz. Siente que lo está haciendo bien.

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2003 Con dos años va a la guardería.

  Dos y medio aprende a hablar, de una forma en la que se la entiende.

2006 Pasa la varicela. (5 años)

2007 Llega primaria y hace su primera mejor amiga, se llama Paola.

2009 Eva quiere volver a tener un bebe, pero esta vez no lo consigue.

2010 Por reyes Pablo compra un perro. Quiere animar a su mujer y hacer feliz a su hija.

2012 El perro, Vainilla, enferma. No pueden salvarle.

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4 de junio de 2013

Irene entra en la ESO y con ello en la etapa de la adolescencia. Su mente se llena de pensamientos basura y sentimientos entremezclados que cree dominar, pero la confunden. Su mejor amiga, Paola, hace otras amigas, unas con las que ella no encaja. Siente que no es como ellas, que no la entienden ni ella las entiende. Se siente fuera de lugar. Para colmo llegan los exámenes y no le están saliendo muy bien. Sus pocos nueves se convierten en sietes, sus sietes en cincos y los cincos en recuperaciones.

 

16 de junio de 2015

Hace un año que sus “amigas” la marginaron. Hace dos que dejó de tener interés en aprender, se esforzaba, pero no conseguía una nota que equivaliese a su trabajo. Eso ya no importa, o eso es lo que la educación le trasmite.

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29 de abril de 2016

Algo en Irene es distinto. Hace tiempo que perdió las ganas de hacer las cosas. El interés por estudiar. Siente que todo en su vida falla. No tiene amigos y sus padres pasan una mala racha en la que no dejan de discutir. Ya no hay regalos, el dinero no llega. Sus días se basan en sonreír a sus padres, con esa sonrisa que vagamente recuerda que alguna vez la mostraba sin tener que forzarla. Todo se tiñe de negro.

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5 de enero de 2017

Irene no quiere volver a clase. Teme sus notas, le horroriza la idea de ver a sus ex amigas y le entristece pensar que va a estar sola. Quiere ser feliz, quiere ser libre. Cada mañana va al monte a andar. Esta vez es distinto. El cielo esta gris, las nubes tristes y la tierra se ha convertido en barro.

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Irene se sube a un puente que hay de camino. Siente miedo, pero está lejano, casi inexistente. Ya no le importa todo lo que deja atrás, siente que sin ella serían más felices, al fin y al cabo, antes de que ella llegara lo eran. Se da la vuelta. No quiere ver la caída. Respira varias veces seguidas, cree que debe hacerlo, cree estar segura. La verdad es que está asustada, tanto que las lágrimas caen por sus mejillas, sin embargo, su mente le niega sentirlas.

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Un segundo antes piensa en sus padres, le duele dejarles atrás, pero no podría volver a su vida. Una ráfaga de viento azota su cabello e Irene se deja llevar con ella. Durante 2 seg. se siente libre.

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Eva está en casa cuando la policía llega. No hace falta que digan nada, sabe lo que ha pasado, al final ha perdido a otra Irene. El hueco que había conseguido llenar se abre de golpe, esta vez sabe que nadie ni nada podrá repararlo. Pablo acaba de aparcar el coche y se tira al suelo. No puede creérselo. Aún recuerda cuando jugaban a romper cosas o cuando al fin pudo pronunciar papá. Daría cualquier cosa por volverla a escuchar llamándole. Llora. Siente que ha fallado en su misión de hacer feliz a su hija. Eva también cree haber fracasado, necesita decirla cuanta la quiere.

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Pero es tarde. Irene se sintió sola, triste e incomprendida. Entonces es cuando vio que el suicidio era la solución, incluso aunque sea falso. La mente juega un gran papel en este punto. La ayuda siempre llega demasiado tarde, cuando las acciones parecen estar terminadas, como sus vidas.

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Y entonces todo acabó.

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Irene no fue la única que murió aquel día, se llevó con ella a sus padres y a todos los que la querían.

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En 2014, el suicidio duplicó las muertes causadas por accidentes de tráfico. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cada año se suicidan un mínimo de 4.000 personas, la mayoría entre 15 y 31 años. Es decir, es la primera causa por muerte externa en España. Y a día de hoy aún no se puede evitar o eso se cree.

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Por suerte esto solo es ficción, Eva nunca perdió a su hermana, Pablo siempre fue feliz e Irene nunca se suicidó.

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