top of page

Reportaje 1:

Sonrisas aisladas

Un estudio demuestra que los estudiantes surcoreanos son los más infelices y tienen la tasa de suicidios más alta del mundo

L.Gutiber

 

Silencio. Solamente se escucha la grave voz del profesor dictando lo que los alumnos deben copiar. Huele a estrés, horas interminables de estudio, sudor empapado de presión y competitividad, mucha rivalidad solamente por miedo a defraudar a sus familias, a su país. Así viven día tras día los estudiantes surcoreanos. Ocho horas de escuela, ocho de academias y ocho para dormir –al menos los más afortunados-. No hay tiempo para jugar, soñar, disfrutar ni vivir. No hay amigos, ni tan siquiera compañeros. Solamente son máquinas de estudio. Memorizar, no educarse, no aprender, solo almacenar información para escupirla en una hoja y después olvidarla para repetir de nuevo el mismo ciclo. No hay recreos, usan ese tiempo para hacer los deberes o retener párrafos. El almuerzo se lo comen mientras hacen los quehaceres.  No es un secreto que Corea del Sur mantiene una de las cifras más altas de suicidios entre jóvenes de 15 a 24 años, según los datos de la Oficina de Estadísticas de Corea del Sur. La pregunta principal que se debería hacer es, ¿por qué son así de estrictos?  

​

Para resolver dicha duda debemos retroceder en el tiempo años atrás cuando Corea estaba sumergida en una guerra, el conflicto que cambiaría el rumbo de sus costumbres, cultura y educación. Más concretamente remontaremos a 1945 cuando se liberaron de la ocupación japonesa, entonces el gobierno decidió apostado por la educación como un medio para sacar al país de la pobreza y generar un capital humano capaz de compensar su falta de recursos. Hoy en día los surcoreanos sienten una absoluta pasión por la educación, que ven como la única vía para forjarse un buen futuro y contribuir en el crecimiento económico del país. Por esto, el esfuerzo de los estudiantes puede interpretarse como una suerte de patriotismo: su formación va ligada al futuro del país. De hecho, es una de los países con mejores calificaciones; terceros en el examen PISA.

​

Los surcoreanos pasan en la escuela entre siete u ocho horas. A las cinco de la tarde, el propio centro les ofrece una cena rápida para que lleguen puntuales a la academia donde reciben de cuatro a cinco horas más de clases particulares, mínimo. Su jornada no acaba ahí, ya que en casa siguen estudiando, memorizan 16 horas más a la semana que la media de la OCDE.

​

Kim JinWoo, un estudiante universitario, entró y se graduó en uno de los tres centros que componen SKY, nombre utilizado para referirse a las universidades más prestigiosas del país: Seoul Korea University (privada), Yonsei University (privada) y National University (pública). “La escuela fue muy dura –nos confirma-, sobre todo en tercer grado, teníamos que estudiar muchísimo para poder entrar en la universidad. Mínimo debíamos estudiar 12 horas al día sin contar las horas de clase. Era más importante estudiar que dormir".

​

El ciclo educativo de Corea tiene los seis años de educación Primaria y los tres primeros años de Secundaria. Para pasar a Secundaria se exige a los alumnos superar un examen. También existe una selectividad para entrar en la Universidad. La escolarización puede llevarse a cabo tanto en centros públicos como privados y el Estado ejerce un importante control.

​

Los profesores, por otra parte, tienen un poder muy alto ante los alumnos, uno de los proverbios coreanos dice “no debes pisar ni siquiera la sombra del maestro”, y como muchos han podido aprender de los conocidos doramas –series de televisión surcoreanas- tienen el derecho de lanzar una tiza a los estudiantes que no se comporten como deben. Los maestros están bien vistos en este país y muy respetados, solo acceden a las escuelas de Magisterio los mejores alumnos de cada promoción, y a lo largo de la docencia se someten a evaluaciones anuales, en las que también participan los escolares y sus familias.

​

No obstante, la obsesión de los estudiantes no viene por puro capricho, les han enseñado que si alguien no tiene éxito en la escuela, tampoco lo tendrá en la vida y, por supuesto, que si suspendes fallas a tu país. Estudian para dirigir empresas que lideren el desarrollo económico del país, no para ser empleados. Según las encuestas de la OCDE, los alumnos surcoreanos son los más infelices. Como consecuencia, la tasa de suicidios entre menores de 24 años es la más alta del mundo.

​

Las obligaciones escolares apenas les dejan tiempo para dormir, por lo que socializar se considera una pérdida de tiempo. En las escuelas, la disciplina es dura. Ser impuntual o no hacer los deberes se considera una falta grave, y puede causar incluso un castigo físico, lo cual es completamente legal para un profesor, siempre y cuando tenga una causa justificada. Y la mayoría de las escuelas censura los noviazgos, ya que restan a los alumnos horas de estudio. Los profesores explican a toda velocidad. Lo importante es que los estudiantes adquieran conocimientos. Cuantos más, mejor. Después en las academias se encargan de rellenar más esa sabiduría.

​

Ainhoa Eizmendi, de nacionalidad vasca que lleva dos años estudiando en Corea, confirma que “sí están sometidos a muchísima presión desde pequeños, les apuntan a miles de academias (no de tiempo libre de jugar como nosotros), sino inglés, mucha música clásica como piano... y particulares de clases”.

​

Tienen clases hasta las 16:00 pero en las extraescolares se suele alargar casi hasta las dos de la mañana fácilmente. Aunque hay una ley con la que han prohibido que después de las once haya academias abiertas. Tristemente, quitan la luz general para que no les pillen, pero siguen dentro dando clase hasta horas inhumanas para los críos. Encima, muchos cuando llegan a casa sus padres les obliga a seguir estudiando casi sin dormir ni cenar. Les importa más los estudios de sus hijos que su propia felicidad.

​

Por otra parte, si no viven en Seúl aspiran a entrar en las universidades de la capital, en las SKY. Las notas no van del 1 al 10, sino del 1 al 100, pero lo peor es que “no es que ganes nota tu como persona, individual –confesó Ainhoa-, allí va por niveles y compiten entre ellos para ser el número uno del colegio e incuso de la clase ya que los premian por serlo”. Es decir, “no hay ese tipo de amistad que hay en España, no se ayudan, competen para superar al compañero. No hay amigos si quieres ser de los mejores, solo rivales”. No duermen apenas, no tienen tiempo extra, “mi profesora me dijo que su hijo de cuatro años ya habla inglés, está aprendiendo a tocar el violín y va a dos horas a la academia”.

​

Si no entras en la universidad eres fracasado y tienes que entrar en una de las universidades de la línea verde de metro de Seúl y sobre todo en una SKY. Tienen exámenes los sábados y algunos domingos a veces. Si en un colegio normal hay bullying, en uno con tanta competitividad lo hay mucho más. Deben aspirar a ser el primero de la clase, de su promoción, pero los que están por detrás se meten con ellos para que bajen y acaban suicidándose por tanta presión. Además, si no van a academias no lograrás ni un cinco ya que todos van a academias privadas, no son para reforzar es lo mínimo que deben hacer para aprobar.

​

En conclusión, Corea prometió cambiar y controlar más las horas de estudio de sus jóvenes, pero no hacen nada, sin embargo, toda Asia en si es así; en China, por ejemplo, hay pocas plazas y sobreexcedo de personas, entrar en la universidad es casi imposible. El problema real está en no ver a los adolescentes como humanos, en dar más importancia a una nota que a una sonrisa, y aunque Corea sea uno de los países que más ha llevado esto al extremo, ocurre esto en todo el mundo. Siempre se halaga un diez, no importa que lo saque alguien que no ha movido ni un dedo en su vida, no importa que otro haya sacado un seis esforzándose más que nadie, nunca le premiaran, solo por no ser el mejor. Nunca le dirán que vale, que en la vida lo que le va a servir es el esfuerzo y no memorizar datos, al fin y al cabo, eso no es lo que la educación parece trasmitir, aunque sí sea lo que debería predominar.

bottom of page